Si los ratones (de ordenador) tuvieran sentimientos, hoy estarían todos de luto. Igual que el hipertexto, o los entornos de ventanas, o la videoconferencia, o la edición de textos. Todos esos avances fueron ideados por Doug Engelbart, un visionario científico que murió el pasado 2 de julio de 2013 a la edad de 88 años.
Esos avances fueron mostrados en la que se calificó como “La madre de todas las demos“. Muchos de los que leemos y hacemos Xataka ni siquiera habíamos nacido. Y el impacto que aquello tendría cambiaría nuestras vidas para siempre.
Epifanía
Engelbart comenzó a revolucionar el mundo de la informática en 1951, cuando tuvo su particular epifanía: tras trabajar como técnico de radares, tuvo una visión: la de que algún día podríamos estar enfrente de una pantalla resolviendo problemas y accediendo a información.
Aquella visión tardó mucho en comenzar a hacerse realidad. Engelbart comenzó a trabajar en SRI International (por aquel entonces, Stanford Research Institute) en aquella particular epifanía, que tendría un primer germen en su informe “Augmenting Human Intellect: A Conceptual Framework“.
Aquel estudio permitió que sus investigaciones recibieran el apoyo económico necesario opr parte del ARPA, lo que permitió que Engelbart crear el Augmentation Research Center (ARC). En aquellos frenéticos sesenta Engelbart fraguó muchas de las ideas que contribuirían a la famosa “madre de todas las demos”, y que permitiría a investigadores y científicos conocer desarrollos como el ratón, la interfaz gráfica de usuario o las herramientas colaborativas.
El ratón fue sin duda su hijo predilecto, el que más reconocimiento le dio. La patente del ratón, concedida en 1970, tres años después de solicitarla, probablemente le pasara desapercibida al encargado de validarla. Ni el título parecía prometer gran cosa: “Indicador de posición X-Y para un sistema de pantalla“.
ARPANET y la negación del ordenador personal
El laboratorio ARC acabó estando implicado en el desarrollo de ARPANET, la red precursora de Internet, y de hecho el primer mensaje que se envió a través de esta red, el 29 de octubre de 1969, fue recibido en un SDS 940 situado en los laboratorios del SRI.
El desarrollo de ARPANET fue precisamente liderado por dicho laboratorio, que se convirtió en el primer NIC (Network Information Center) de la historia con un directorio de conexiones entre todos los nodos de esta red.
Sin embargo, la carrera de Engelbart no tuvo la continuidad que hubiera cabido esperar. Engelbart y su labor pasaron a un segundo plano en 1976 tras lidiar con buena parte de su equipo por el futuro de la informática. Mientras que Engelbart creía en ordenadores basados en la arquitectura cliente servidor, más al estilo de los thin clients, los programadores más jóvenes apostaban por el éxito del ordenador personal.
Muchos de esos jóvenes acabaron trabajando en otro laboratorio legendario, el Xerox PARC, donde probablemente el trabajo de Engelbart fue clave para el desarrollo de la interfaz de usuario que más tarde sería copiada por Apple y, a la postre, por el resto de sistemas operativos de la época.
Homenaje a un genio
Engelbart se adelantó a su tiempo en todos los aspectos, pero no tuvo esa visión comercial que ha creado leyendas como las de Steve Jobs o Bill Gates. Como tantos otros grandes contribuyentes a la historia de la informática, su trabajo, y no su carisma o su implicación en el mundo de los negocios, fue el único referente con el que pudimos quedarnos.
Hoy no estaríamos publicando esta noticia, ni vosotros podríais leerla, de no ser por Engelbart. Un genio y un visionario que comprendió mucho antes que cualquier otro lo que podría representar la informática en nuestras vidas.
Engelbart jamás recibió royalty alguno por la invención del ratón. Que repito, si tuviera sentimientos, estaría brindándole un sentido homenaje a su creador.
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