No he podido evitar fijarme en esta imagen, que circula por internet en clave de humor pero con cierto tono crítico hacia el nuevo Mac Pro. Muestra, como podéis ver justo encima de estas líneas, el modelo “antiguo” del Mac Pro que ya se ha dejado de vender junto al nuevo cilindro negro rodeado de accesorios para intentar igualarse a todas las posibilidades de expansión que tenía la torre.
El mensaje es simple: la aparente modularidad y simpleza del Mac Pro puede convertirse en una pesadilla de cables y expansiones en las mesas de los profesionales. ¿Es algo que nos tenemos que tomar en serio o quizás hay que tener en cuenta otras cosas?
Lo primero, hagamos algo de justicia. La torre del Mac Pro tradicional también debería tener una regleta de tomas de corriente detrás, donde con total seguridad tendríamos como mínimo un monitor enchufado. Y en el mundo profesional tenemos monitores adicionales, altavoces otros complementos que no pueden añadirse internamente en la torre. A donde quiero llegar es, por mucho que Apple intente maquillarlo, que de la maraña de cables no nos salva nadie. Y mucho menos si eres un profesional de la edición de vídeo y/o audio.
Para mí, Apple ha decidido cambiar de filosofía del ordenador por varios motivos. Los lectores ópticos ya no se utilizan y los discos duros han evolucionado, con lo que las torres clásicas con dimensiones adaptadas a esos componentes pierden el sentido en una compañía que siempre es la primera en descartar soportes de datos (como el disco floppy en los iMac).
Otra razón es la que ya comentaba hace unos días Miguel Michán: la desaparición de los cuellos de botella. Sí, seguiremos conectando con cables externos nuestras unidades de almacenamiento… pero hemos pasado de velocidades de 480 Mb/s del USB 2 a 20 Gb/s del Thunderbolt 2. Ya no hace falta que los profesionales busquen unidades internas, porque las externas han aumentado tremendamente su velocidad de transferencia de datos.
Por lo tanto, y siempre teniendo en cuenta que la imagen superior es en clave de humor y que no hay que tomársela demasiado en serio, la diferencia no sería tan grande. A la derecha sobran lectoras de discos ópticos, y a la izquierda faltan algunos cables y enchufes. Pero no se trata de basarnos sólo en la modularidad, porque ésta misma ha mejorado. Todos esos cables son centenares de veces más rápidos y eficientes que los que teníamos cuatro años atrás, lo que hace que esta modularidad sea mucho más factible
El mensaje es simple: la aparente modularidad y simpleza del Mac Pro puede convertirse en una pesadilla de cables y expansiones en las mesas de los profesionales. ¿Es algo que nos tenemos que tomar en serio o quizás hay que tener en cuenta otras cosas?
Lo primero, hagamos algo de justicia. La torre del Mac Pro tradicional también debería tener una regleta de tomas de corriente detrás, donde con total seguridad tendríamos como mínimo un monitor enchufado. Y en el mundo profesional tenemos monitores adicionales, altavoces otros complementos que no pueden añadirse internamente en la torre. A donde quiero llegar es, por mucho que Apple intente maquillarlo, que de la maraña de cables no nos salva nadie. Y mucho menos si eres un profesional de la edición de vídeo y/o audio.
Para mí, Apple ha decidido cambiar de filosofía del ordenador por varios motivos. Los lectores ópticos ya no se utilizan y los discos duros han evolucionado, con lo que las torres clásicas con dimensiones adaptadas a esos componentes pierden el sentido en una compañía que siempre es la primera en descartar soportes de datos (como el disco floppy en los iMac).
Otra razón es la que ya comentaba hace unos días Miguel Michán: la desaparición de los cuellos de botella. Sí, seguiremos conectando con cables externos nuestras unidades de almacenamiento… pero hemos pasado de velocidades de 480 Mb/s del USB 2 a 20 Gb/s del Thunderbolt 2. Ya no hace falta que los profesionales busquen unidades internas, porque las externas han aumentado tremendamente su velocidad de transferencia de datos.
Por lo tanto, y siempre teniendo en cuenta que la imagen superior es en clave de humor y que no hay que tomársela demasiado en serio, la diferencia no sería tan grande. A la derecha sobran lectoras de discos ópticos, y a la izquierda faltan algunos cables y enchufes. Pero no se trata de basarnos sólo en la modularidad, porque ésta misma ha mejorado. Todos esos cables son centenares de veces más rápidos y eficientes que los que teníamos cuatro años atrás, lo que hace que esta modularidad sea mucho más factible
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