La posesión de Activison-Blizzard por parte de Vivendi ya venía no cuadrando a ninguna de las dos compañías. Por un lado, la multinacional francesa con los derechos actualmente sobre personajes como Crash Bandicoot o Spyro no encontraba acoplable el sistema de negocio que seguía Activision-Blizzard, dejando ya desde el año pasado diversas ofertas de venta por una cantidad inicial de 8.100 millones de dólares. Por otro lado, la editora de juegos como Call of Duty o World of Warcraft necesitaba la independencia para "crecer y emerger con más fuerza", según palabras de Bobby Kotick, CEO de la compañía de Diablo yDestiny.
8.200 millones de dólares ha pagado el accionariado de Kotick y su gente por la independencia, una cantidad mayoritariamente formada por los 429 millones de acciones que han tenido que redistribuirse, un 85%, a un precio total de 5.830 millones de dólares. No obstante, Vivendi no se desvincula así del todo de las acciones y la formación de Activision-Blizzard, quedándose aún con un 12% de su valor bursátil, con 83 millones de acciones. Eso sí, ya no es poseedora.
Esta transformación comercial afectará a determinados productos y estrategias, ante los que Activision Blizzard y Vivendi no siempre se han mostrado de acuerdo.
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