i fuéramos panteístas, la ‘Guía de Paseos en bicicleta por la red de
itinerarios verdes de Álava’, publicada por la Diputación alavesa y La
Caixa, sería nuestro catecismo.
Una pequeña biblia para encontrar y
disfrutar de los lugares donde la divinidad se manifiesta. La belleza
natural, diversa y paisajística de Álava se muestra de una manera
ordenada, alcanzable y fácil. Es el tesoro, y esta guía es su mapa. Una
hoja de ruta que nos va llevando por los montes, los pueblos, los ríos,
los valles, los humedales, los bosques, las iglesias, los rincones
ocultos. Hay un matiz importante: es para bicicleteros, pero los
senderistas encuentran aquí un perfecto resumen de lo que está al
alcance de unas buenas botas y una mochila. A través de 178 páginas la
publicación nos conduce a 15 paseos diferentes.
No están los 1.000 kilómetros de itinerarios que conforman la red de
rutas verdes con los que cuenta el territorio. La guía se ciñe a 312, un
tercio del total, pero puede decirse que están los caminos que más van a
hacer disfrutar a los excursionistas y ciclistas. Gran culpa del
atractivo de esta guía la tienen las fotografías. David Quintas sabe
escrutar los secretos del paisaje, los regalos de la naturaleza. Tiene
mirada de viejo explorador capaz de asombrarse de un atardecer en el
pantano, del cortejo del somormujo, de la niebla abrazada a un puente,
de la exuberancia de un bosque isla o de la soberbia castigada de un
linaje histórico.
La guía mejora la que ya se realizó hace ocho años. Se ha renovado el
material gráfico, pero también los perfiles del recorrido, el mapa de
situación, los puntos de interés, el itinerario paso a paso, la ficha
técnica y la selección del ‘no te puedes perder’ con un amplio
anecdotario.
Naturaleza excepcional
Álava es un territorio que atesora una excepcional riqueza natural.
Cerca de un 27% de su geografía está integrada en la Red Ecológica
Europea Natura 2000, y más de un 50% alberga paisajes singulares o
sobresalientes y espacios vitales para la conexión biológica regional.
Tejiendo ese sistema natural de corredores, espacios y paisajes
relevantes discurre la Red de Itinerarios Verdes.
El nuevo folleto te conduce por la Vuelta Perimetral al embalse de
Ullíbarri-Gamboa, un paseo de 45 kilómetros por el pantano, que ha
cumplido 55 años y que en este tiempo ha transformado el valle en un
potente humedal donde la vida se presenta en mil formas diferentes.
Bosques, playas, zonas pantanosas, antiguos pueblos abandonados,
ensenadas, lomas, praderas y la eterna lámina de agua, hacen del
itinerario una vivencia única.
La vía verde del ferrocarril Vasco-Navarro desde Vitoria al puerto de
Arlabán permite pedalear por paisajes únicos del Norte alavés, mientras
que la continuación por la vieja plataforma ferroviaria desde Vitoria a
Laminoria muestra la otra cara de la rica naturaleza alavesa. Existe
una conexión a través del puerto de Laminoria con la cara sur de los
montes de Iturrieta, pero la guía ha preferido cortar la senda e iniciar
otra desde la ermita de Santo Toribio hasta Acedo, ya en Navarra,
siguiendo el tendido del ‘trenico’.
Seguramente el entorno de Antoñana, el parque de Izki y el río Berrón
forman uno de los mejores paisajes del País Vasco. En cualquier
estación del año, hay que pararse y disfrutar de los bosques mixtos. No
sabrás si estás en el Mediterráneo o en el Atlántico y se disfruta de
los dos a la vez.
La quinta ruta, la del Valle Salado, es otra oportunidad de
adentrarse en un paisaje diferente. Un yacimiento de sal, que permitió
construir la primera villa vasca (1114) y el único lago interior natural
del País Vasco, el de CaicedoArreo. El sexto paseo nos devuelve al
paisaje de frontera ciudad-campo que se ha diseñado en el Anillo Verde
de Vitoria. 30 kilómetros de sorpresas entre bosques, paseos urbanos y
humedales. Otro río, el Ayuda, es el protagonista de la ruta por el
desfiladero de Okina. En este caso, el itinerario se alarga al comenzar
en Andollu coincidiendo con el GR-38 y acabando en Albaina.
Hasta la cima
Otro de los recorridos nos conduce desde el parketxe de Sarria a
disfrutar a través del río Baias el corazón del Gorbea y el hayedo de
Altube. El menor de los parques alaveses, Valderejo, es el objetivo de
otro trayecto que incluye el desfiladero del río Purón desde Lalastra.
Nunca defrauda este espacio que aún conserva la huella del hombre que lo
domesticó hasta los años 60.
En Álava no hay dos parques naturales iguales y visitar Izki es la
mejor demostración, donde reina un roble peculiar: el Quercus pyrenaica o
marojo, con miles de hectáreas de mancha verde.
Otro clásico es el recorrido por los Montes de Vitoria por la antigua
ruta empedrada de arrieros que venía desde La Rioja. La Colada de Peña
Betoño nos introduce en los viejos caminos del bosque y uno especial, el
que se utilizaba para transportar en carretas desde el pueblo treviñés
de Ajarte las piedras que hoy sustentan la catedral de Santa María de
Vitoria.
Nuevos caminos
La ruta circular por la Montaña Alavesa nos conduce
por algunos de los rincones más desconocidos y hermosos del territorio:
el barranco de Igoroin, los Montes de Iturieta o el Valle de Arana.
También sorprendente por lo que tiene de extraño en un mar de viñedos,
las lagunas de Laguardia forman una singular peculiaridad que se ha
convertido en biotopo protegido. En este grupo figura por derecho propio
el Camino Real de las Postas, uno de los nuevos itinerarios. En sus
orígenes fue una calzada empedrada utilizada en el siglo XV por los
correos y las diligencias reales entre Madrid y Francia.
Recorre las localidades de Arbulo, Mendixur, Audikana, Heredia,
Luzuriaga y Galarreta. Son 30 kilómetros con los paisajes de la Llanada
como imagen persistente y el Zadorra como compañero. De nuevo, otro río,
el antxaaNervión, nos sirve de guía para recorrer los 8 kilómetros
entre Llodio, Luyando y Amurrio.
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