El intento de los servicios secretos de vigilar la comunicación vía Internet es tan difícil como beber agua de una manguera de bomberos. Pero los expertos en inteligencia han encontrado formas de capturar gigantescas cantidades de datos sin ahogarse.
La tecnología se ha desarrollado de manera acelerada, y además los atentados del 11 de septiembre de 2001 pusieron en primer plano las amenazas terroristas.
Desde entonces los presupuestos destinados a detectar a posibles sospechosos se han multiplicado, en Estados Unidos y otros lugares. Solamente el servicio secreto militar estadounidense NSA tiene un presupuesto de entre 8.000 y 10.000 millones de dólares y 40.000 empleados.
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